Parque y Palacio Guell y Casa Milà
España fue el primer país en proponer al Comité del Patrimonio Mundial que se reconocieran los valores universales de una obra moderna, que representaba una de las vanguardias artísticas del siglo XX. Posteriormente, otros países, como Alemania con las Bauhaus, han propuesto monumentos que representan corrientes artísticas innovadoras. Estas tres obras singulares de Antonio Gaudí fueron incluidas en 1984 en la Lista del Patrimonio Mundial, junto a la catedral de Burgos, la Alhambra, la mezquita de Córdoba y El Escorial.

Antonio Gaudí i Cornet nació el 25 de junio de 1852 en la población tarraconense de Reus. Heredero de la tradición de los artesanos medievales, fue un autodidacto, que creó un estilo propio y abarcó practicamente todos los campos de la plástica. No sólo fue un arquitecto innovador y un excelente escultor, sino que sus muebles, sus mosaicos y, sobre todo, sus extraordinarios hierros forjados permiten hablar también de él como un soberbio interiorista, un experto ceramista y un original forjador. Murió en 1926, pocos días después de haber sido atropellado en Barcelona por un tranvía cuando se encontraba totalmente consagrado a la construcción del templo de la Sagrada Familia.

Sólo tres de sus realizaciones más representativas han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad. En 1900 el filántropo y magnate catalán Eusebio Guell le encargó un ambicioso proyecto urbanístico para una finca de 20 hectáreas situada en la ladera de la montaña Pelada que domina Barcelona, con el mar al fondo. Gaudí concibió un proyecto espectacular, creando una asombrosa simbiosis entre la arquitectura, la escultura, el espacio, la naturaleza, el color y la luz. Su vocación de ceramista se manifestó en la utilización del azulejo como elemento decorativo básico, del que el célebre banco ondulado es la obra más popular. El fallecimiento de Eusebio Guell dejó inacabada la obra. Del proyecto original sólo habían llegado a construirse la puerta y la escalinata de acceso, una gran plaza, bordeada por un banco ondulado de azulejos, y bajo ésta una lonja soportada por columnas, que estaba destinada a acoger diversos comercios. Los herederos del artista legaron la obra al Ayuntamiento de Barcelona y éste la convirtió en un parque público.
La otra obra maestra de Gaudí es la casa Milà, conocida como la Pedrera. Situada en una esquina del paseo de Gracia y la calle Provenza, en Barcelona, fue un encargo de Pedro Milà i Camps y fue un edificio destinado a viviendas y comercios en alquiler. La imaginación del arquitecto y escultor se desbordó al crear este edificio en el que se desterró las líneas rectas. Todo el conjunto se sostiene sobre columnas de piedra y ladrillo y entramados metálicos, sin que exista una sola pared de cargas, con objeto de que los tabiques interiores puedan moverse con facilidad según la conveniencia de los inquilinos.
La vocación escultórica de Gaudí aparece aquí en la construcción de una gran escalera hasta el segundo piso que se enrosca en las paredes en los patios y en las chimeneas y los ventiladores de la azotea que adoptan formas caprichosas y surrealistas.

La fachada, como todos los detalles de la casa, recuerda las formas marinas, en un homenaje al mar. Así, los techos tienen la ondulación de la arena en la playa cuando se retira la marea, la piedra de la fachada está trabajada para producir el efecto de las rocas desgastadas por las olas y la cerrajería -de nuevo surge el artesano forjador - representa corales y plantas marinas.
Comenzada en 1906 y concuida en 1910, ésta fue la última obra civil que Gaudí realizó por encargo. A partir de los 58 años hasta su muerte a lo único que se dedicó es a la contrucción del templo de la Sagrada Familia.
Comentarios
Publicar un comentario